Las expectativas que se crearon en torno al sistema de capitalización individual han colisionado con la realidad, debido en gran medida al divorcio que existe entre un sistema basado en cotizaciones individuales y un mercado laboral dinámico que apunta más hacia la inestabilidad.
Mientras el sistema de capitalización individual se alimenta de un insumo básico como es el trabajo formal remunerado, ha resultado insuficiente fundamentalmente por dos factores: un mercado laboral cada vez más inestable y sueldos promedios bajos.
En el primer caso, el uso cada vez mayor de tecnologías de información, en conjunto con la llegada indiscriminada de inmigrantes, han precarizado el trabajo formal remunerado. Cabe señalar que la cifra de inmigrantes que viven en el país ha crecido entre 2014 y 2017 en un 232%, pasando de 416.082 a 966.363, lo que supone el mayor incremento inmigratorio en América, de acuerdo con información recogida por ABC.
Con relación a los sueldos promedios, según el INE durante 2017, el ingreso medio (promedio) proveniente del trabajo principal de la población ocupada en el país se ubicó en $554.493 neto mensual (monto bruto menos los descuentos legales), mientras que el ingreso mediano -el que recibe un individuo representativo de la mitad de la población- llegó a $379.673 neto mensual. Es decir, 50% de los trabajadores percibió ingresos menores o iguales a ese último monto.
No es difícil inferir que este distanciamiento entre los ingredientes de la receta y el resultado del plato, es abismante, por lo que el Estado deberá promover cambios sustanciales al sistema, fortaleciendo en el corto plazo, el aporte estatal para las pensiones básicas y las asistenciales, integrando mayor cantidad de personas a esta solución. Pero en el largo plazo, deberá dar una mirada más profunda y de mayor alcance, como rediseñar el sistema individual y generar como propone el Banco Mundial, un sistema multipilar en el que participen activamente las empresas, las personas y el Estado.
Mención aparte para las Administradoras de Fondos de Pensión, que si bien cumplen con un rol relevante en términos de rentabilizar la inversión de los fondos, no es menos cierto que se han promulgado leyes abusivas para los afiliados al sistema. Siendo tan claro y elemental el diagnóstico, resulta sorprendente que se hayan salvaguardado los intereses de las AFP en claro desmedro de los afiliados, quienes ven con impotencia como sus ahorros de toda la vida, no son ni cerca, suficientes para tener una calidad de vida digna.
Según datos de la Superintendencia de Pensiones, los hombres tienen en promedio a la edad de jubilarse en sus cuentas de capitalización individual MM$48 y las mujeres MM$20, lo que significarían pensiones de 8 UF y 3.3 UF respectivamente. Si esto no es un problema relevante ni urgente para el país…es incomprensible que a casi 39 años de creado el sistema, no existan soluciones definitivas o al menos, que se puedan visualizar con claridad luces que mejoren estas paupérrimas cifras, que se traducen en adultos mayores en precarias condiciones de vida.
El profesor Álvaro Espinoza es MBA, Universidad de Chile. Magíster en Administración de Empresas de la Universidad de Chile, Ingeniero Industrial de la Universidad Tecnológica Metropolitana con experiencia relevante en dirigir equipos de trabajo, desarrollar y liderar proyectos, alto desempeño en áreas de recursos humanos, comerciales y además, como docente en dos importantes universidades en áreas de recursos humanos y gestión de proyectos.
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